"La Academia Nacional de las Ciencias de Córdoba indudablemente simboliza, como ninguna otra institución, la profunda y estrecha relación de 200 años de amistad entre Alemania y la República Argentina. Los alemanes también dejaron su huella en la ciencia y el mundo académico.
Karl Burmeister, respetado colega y amigo del célebre Alexander von Humboldt, llegó a la Argentina a mediados del siglo XIX. El entonces presidente Bartolomé Mitre y el ministro (y más tarde presidente de la Nación) Domingo Sarmiento lo nombraron director del Museo Nacional de Buenos Aires. Burmeister fundó también la primera academia de ciencias del país.
De hecho, de los investigadores extranjeros que hizo llamar el presidente Sarmiento para dar inicio a las ciencias naturales modernas en Argentina, la gran mayoría fueron alemanes. A Burmeister le siguieron varios científicos alemanes.
Friedrich Berg, joven zoólogo, emprendió vastas campañas de estudio y documentación de la fauna local, especialmente insectos, y siguió a Burmeister como director del Museo Nacional de Buenos Aires.
Paul Lorentz, junto a Adolf Döring, Friedrich Schultz y Gustav Niederlein, todos ellos miembros de la Academia Nacional de Ciencias de Córdoba, participaron de importantes expediciones científicas, en las que contribuyeron en gran medida a la clasificación de la flora argentina.
Alfred Stelzner influenció la geología y la mineralogía argentina. De hecho, describió la existencia de la «rosa del inca», que más tarde se convirtió en la piedra nacional de Argentina. Y Ludwig Brackebusch estableció el primer mapa científico de minerales de Argentina.
En resumen: sus trabajos contribuyeron no sólo en la estructuración de esta primera Academia Nacional de las Ciencias, sino también, en gran medida, a cartografiar el suelo, clasificar la flora y la fauna e introducir las ciencias naturales modernas en el joven país.
Pilar de las relaciones bilaterales
Hoy, con oportunidades muy diferentes en términos de comunicación y posibilidades de viaje, nuestra cooperación científica bilateral continúa esta tradición. Y, de hecho, la cooperación científica es un pilar fundamental de nuestras relaciones bilaterales.
Fuimos las dos primeras naciones en mantener conjuntamente un laboratorio en la Antártida; gestionamos juntos grandes infraestructuras científicas -bilateralmente, en el Observatorio Geodésico Argentino-Alemán en La Plata, y multilateralmente en el observatorio Pierre Auger en Mendoza, el mayor detector de rayos cósmicos de ultra alta energía del mundo; la empresa alemana Merck otorga, junto con el Conicet, un premio reconocido en las ciencias de la salud desde hace varios años.
Nuestra cooperación universitaria abarca todos los campos: desde la geología, la ingeniería y la biomedicina hasta las ciencias sociales y las humanidades.
Uno de nuestros proyectos destacados es el Centro Universitario ArgentinoAlemán (Cuaa), con sedes en la Secretaría de Educación de la República Argentina y el Servicio Alemán de Intercambio Académico (Daad, por sus siglas en el idioma original) en Alemania, que incluye a 50 universidades de ambos países y ofrece programas binacionales con doble titulación. De hecho, fue por iniciativa del Cuaa que se introdujo la posibilidad de las dobles titulaciones en Argentina.
Orgullo por la ciencia argentina
La excelencia del sistema científico argentino y de sus investigadores es reconocida internacionalmente y cuenta con gran apoyo por parte de la sociedad de este país.
Así lo demuestra el reciente streaming de los biólogos marítimos del Conicet (en la campaña del Schmidt Ocean Institute) en las costas de Mar del Plata, que tantos argentinos y personas en todo el mundo apreciaron y disfrutaron. Los científicos argentinos pueden estar muy orgullosos y merecen mis felicitaciones.
En un mundo cada vez más multipolar, con choques ideológicos, conflictos e incertidumbres, es crucial que fomentemos la producción autónoma de conocimiento, promovamos la innovación basada en la curiosidad por el bien de la sociedad y permitamos que florezca la cooperación científica internacional.
Sólo así podremos afrontar juntos los retos actuales y futuros (por ejemplo, el cambio climático, la seguridad alimentaria, la salud y la inteligencia artificial).
Los gastos para la educación, la ciencia y la cooperación internacional no son costos, sino inversiones necesarias para el futuro. Porque sin educación, sin ciencia y sin cooperación científica internacional, ningún país seguirá siendo competitivo en un mundo lleno de cambios rápidos y drásticos.
Finalizo citando al primer latinoamericano laureado en ciencias y primer director del Conicet, el premio Nobel Bernardo Houssay, quien dijo una vez: 'La ciencia no es cara; cara es la ignorancia'."
Extracto del discurso que pronunció el 21 de agosto en la Academia Nacional de Ciencias de Córdoba para conmemorar los 200 años de amistad entre Almania y Argentina
Embajador de Alemania en la Argentina
31 de Agosto de 2025
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