“De donde vienes, allá voy”: una obra documental que traza puentes entre Buenos Aires y Berlín

En el contexto de las celebraciones por los 200 años de inmigración alemana en Argentina, la directora alemana Anne Berrini presenta en el Centro Cultural Borges el 19, 20, 26 y 27 de noviembre, su obra de teatro documental De donde vienes, allá voy – Entre Buenos Aires y Berlín, una creación que combina archivo, memoria e historia personal para explorar los vínculos profundos entre ambos países.

Un proyecto que nace de vivencias personales y de una resonancia histórica

La idea surgió durante los numerosos viajes de la directora a la Argentina. “Cada vez me llamaba la atención lo presente que está Europa allí: no solo como historia, sino como sentimiento, como algo profundamente inscripto en la identidad argentina”, señala Berrini.

Ese interés se volvió más concreto a partir de la historia de su amiga Dorit, hoy protagonista en la obra, cuya familia judía escapó del Holocausto y encontró refugio en Buenos Aires. “Es una entre tantas historias que muestran por qué, durante los últimos 200 años, tantos alemanes dejaron su país”, explica.

El año del bicentenario le dio al proyecto un eco especial: “Ese movimiento a través del Atlántico, antes hacia Buenos Aires, hoy muchas veces de regreso a Berlín, me conmovió profundamente y se convirtió en el eje de la obra”, afirma la directora.

Además de su investigación previa sobre artistas de ambos países, Berrini reconoce un impulso íntimo: “Desde hace años estoy en una relación germano-argentina. Las conversaciones, las diferencias culturales, las historias familiares me abrieron un acceso muy profundo al tema”.

También influye su propia biografía: haber crecido en la RDA en un sistema cerrado. “Para mí era inimaginable emigrar o siquiera viajar. Que justamente yo esté ahora creando una obra sobre la emigración alemana es un sentimiento casi paradójico”, reflexiona.

Buenos Aires y Berlín: dos espejos de una misma historia

Para Berrini, ambas ciudades funcionan como polos complementarios. “Buenos Aires y Berlín son para mí como dos polos de un mismo campo magnético”, describe. “Se atraen, se reflejan y llevan en sus calles las tensiones de la historia: guerras, dictaduras, crisis y también creatividad”.

La directora señala que, pese a los clichés que circulan en ambos sentidos, existe una historia compartida mucho más profunda. En su investigación con descendientes de inmigrantes alemanes, muchos con doble ciudadanía, observó cómo las familias se movieron de un continente a otro a lo largo de varias generaciones.

“Para los abuelos, Berlín era el lugar del que había que escapar; para los nietos, un lugar de nuevas oportunidades”, sostiene. “Buenos Aires fue para muchos la promesa de ‘hacer la América’, mientras que hoy algunos jóvenes sienten que la ciudad ya no logra retenerlos”.

Una obra que combina documental, ficción y memoria familiar

Interpretada por Sharon Luscher y Juan Tupac Soler, la obra fusiona recursos cinematográficos con lenguaje teatral. “Ahora hago el recorrido inverso: llevo el cine al escenario”, explica Berrini. Imágenes históricas, fotografías y paisajes urbanos dialogan con testimonios reales, construyendo una experiencia que combina lo íntimo con lo histórico.

El arco narrativo abarca más de un siglo y refleja los dos movimientos migratorios: “Relata la partida de los alemanes que dejaron Europa en barco y la de sus descendientes, que hoy regresan en avión”.

La obra plantea preguntas universales sobre identidad y pertenencia:

¿Qué recuerdos viajan de generación en generación? ¿Qué significa tener (o perder) un hogar?

“Quise crear una obra poética, pero no idealizada; documental, pero abierta a la interpretación”, resume la directora.

La migración: un tema del pasado que resuena en el presente

Para Berrini, la migración entre Alemania y Argentina revela conexiones históricas profundas. “En Europa se olvida que millones de europeos no tenían perspectivas y buscaron su futuro en América”, afirma.

Ese ida y vuelta histórico continúa hoy mediante nuevas generaciones que viajan por razones políticas, económicas, culturales o personales.

“La identidad no es algo fijo, sino algo que se mueve”, reflexiona Berrini. “Ese es, tal vez, el corazón de mi obra: aprender a ver el movimiento no como una amenaza, sino como una parte esencial de lo que nos hace humanos”.

El proyecto se concretó gracias al apoyo de la Embajada de Alemania en Argentina, y estrena en el Centro Cultural Borges, un espacio que forma parte activa del intercambio cultural entre ambos países.

“Estrenar aquí, y precisamente en este año simbólico, se siente como el cierre de un círculo artístico e histórico”, afirma la directora.